El reto de descontaminar tras la pandemia del coronavirus

17.05.2020

Ningún país o ciudad del planeta estaba preparada para lo que estamos viviendo. Como resultado de la pandemia, tenemos una humanidad temerosa y desinformada. Y esta crisis sanitaria ha sacado a la luz problemas y diferencias sociales abismales. Las causas sociales están ligadas a las ambientales.

Con el aislamiento social se ha podido evidenciar que las acciones de los humanos alteran el medioambiente. 

Se ha comprobado la mejora de la calidad del aire en grandes ciudades debido a la disminución de la emisión de gases contaminantes, animales silvestres han llegado a lugares que normalmente eran muy transitados por personas y muchos espacios naturales se han restaurado.

Pero a pesar de este respiro que le hemos dado a la naturaleza, existe la otra cara de la realidad. Ahora utilizamos guantes y mascarillas que desechamos sin ningún tipo de protocolo o manejo especial, a pesar de que son residuos hospitalarios considerados peligrosos. Hemos aumentado el uso de fundas plásticas que no reutilizamos por miedo a un contagio, hemos reemplazado en gran medida el uso de vajillas reutilizables por utensilios plásticos que después podemos desechar con facilidad. A pesar de que hay estudios publicados recientemente que muestran que el virus puede sobrevivir en superficies plásticas más tiempo que en otros materiales.

Normalmente el ser humano poco piensa sobre qué tipo de desechos genera y en qué cantidad, estamos acostumbrados a tener un tacho de basura en el que tiramos todo lo que ya no nos sirve o no queremos ver. En estos tiempos de COVID esto ha empeorado, los botadores a cielo abierto y rellenos sanitarios del país están recibiendo más toneladas de desechos, los recicladores de base tienen meses sin poder recolectar los materiales reciclables porque temen contagiarse y deben cumplir con su aislamiento.

La crisis sanitaria reafirma la necesidad urgente de darle importancia a la gestión integral de los residuos, la clasificación en la fuente, reciclaje inclusivo, recuperación de materiales y educación ambiental.

Pero lamentablemente este no es solo un problema de gestión de residuos; se ha convertido en un problema inmanejable a nivel mundial. Simplemente se está produciendo demasiado plástico, y no hay ningún lugar para que pueda terminar además de los vertederos, en el medio ambiente o que se incineren. De hecho, solo el 9% de todo el plástico creado ha sido reciclado.

El plástico no nace en las perchas de los supermercados, hay todo un proceso desde la extracción de combustibles fósiles como el petróleo y el gas natural. Eso significa que los impactos en la salud y el clima por la extracción y el transporte de petróleo y gas también forman parte del ciclo de vida del plástico. Muchos de los plásticos que utilizamos incluyen otros aditivos químicos o recubrimientos.

Estos aditivos pueden filtrarse del plástico hacia los humanos a través de los alimentos, causando aún más consecuencias para la salud (The Story of Plastic).

Ahora más que nunca nos damos cuenta de lo conectados que estamos y de lo importante que es tener un ambiente limpio y saludable. Ecuador cuenta con una biodiversidad única, vivimos rodeados de espacios naturales que cada vez son más difíciles de conservar porque las leyes no se cumplen, porque no hay presupuesto para controlar o porque simplemente no hay interés político en estos temas.

En el mundo ideal deberíamos unir esfuerzos y trabajar en conjunto las empresas públicas, privadas, activistas y la ciudadanía. Buscar ese equilibrio que tiene como resultado una sociedad más justa, con más educación y oportunidades para todos.

Esperemos que esta crisis sanitaria, social y económica nos haga regresar a una normalidad mejorada, con una humanidad más despierta, más informada, menos superficial y más preocupada por lo que realmente importa.

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